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27 de agosto – Día de Santa Mónica

En esta fecha tan especial, quiero volver sobre los orígenes de Santa Mónica.

Santa Mónica no es simplemente un emprendimiento sino mucho más. Santa Mónica es un landmark erigido en homenaje a la gran protagonista en la obra de mi vida, que es mi Mamá: Mónica. Ella es quien aparece más temprano en mis recuerdos, que son muchos y llegan muy atrás (mis amigos nunca terminan de asombrarse de las cosas que soy capaz de recordar). Ella es la heroína -y a veces también la villana, jeje- de la mayoría de mis anécdotas. Es quien aún hoy, casi nueve años después de su desaparición física, es capaz de arrancar carcajadas desde el fondo de mi corazón gracias a esos 21 hermosos años que pudimos compartir.

No ha habido hasta la fecha un sólo día en que no la recordarse, la nombrase…, la extrañase. Los primeros dos años estuvieron plagados de turbulencias de groso calibre. La pérdida de una madre siempre será el golpe más duro en la vida de un ser humano. Pero aun siendo lapidario ese axioma, no es menos cierto que cuando uno puede completar el duelo se ve invadido de agradecimiento, de cariño, y logra traer a la superficie muchísimos más recuerdos de los que tenía presentes. Es entonces cuando uno toma consciencia de que el amor y la protección materna son indelebles. Nunca más estaremos desamparados.

Este cúmulo de emociones que plasmo en someras palabras, y que tiene un alcance mucho más profundo, constituye el núcleo de esta empresa. Es el combustible que la impulsa. Tal vez a alguien le parezca una exageración, pero no lo es, y lo voy a explicar. Yo manejo la mayoría de los aspectos de Santa Mónica, y eso hace que sea consciente de nuestra situación financiera… Es tan lento y tortuoso nuestro crecimiento que poco nos impide cerrar. Pero la motivación no es hacer dinero sino mucho más compleja: se trata de agradecerle a mi Madre todo lo que ha hecho por mí, que fue MUCHÍSIMO. De querer retribuir a todos la abnegación con la que me criaron y el afán con el que me proveyeron de herramientas para cuando me tocase iniciar mi propio Camino.

Está claro entonces que no puedo fallar. No puedo bajar los brazos. Santa Mónica es la Obra de mi Vida.

Mi Mamá y yo. Esta foto capta la esencia de ambas: de la joven de porte aristocrático que buscó grabar lo mejor de sí en su hijita, y de la pequeña que, sin sospecharlo, ese día asentaba dos de sus principales características (además de ser Técnico en Gastronomía Hotelera, soy Oficial de la Reserva Naval y una enamorada perdida del té).