La cebolla es el bulbo subterráneo y comestible que crece en la planta del mismo nombre.
Pertenece a la familia de las Liliáceas y su nombre científico es Allium cepa. Es uno de los cultivos más antiguos que se conocen, y ya era conocida por los sumerios alrededor de 6.000 a.C. Su origen se encuentra en Irán y Pakistán. Desde Asia se extendió por Europa, de donde pasó a América.
Actualmente existe una amplia gama de variedades, que pueden clasificarse en función del color del bulbo, forma, tamaño, usos y origen. Tiene infinidad de usos culinarios, pudiendo utilizarse de distintas maneras, sea cruda o cocida.
Desde muy antiguo se le han atribuido propiedades medicinales. Su riqueza en minerales y vitaminas es relativamente baja, pero es rica en aceites esenciales que contienen azufre. Se han descrito multitud de beneficios de esta hortaliza, entre los que están los siguientes: impide la reproducción de microorganismos, activa la secreción de bilis, estimula la actividad digestiva del intestino, baja la presión sanguínea, ayuda a la regeneración de la sangre en caso de anemia grave, es diurética, expectorante y desinfectante intestinal. Es útil contra rinitis, neuralgias faciales, anginas y faringitis, dolores de oído, rinitis, resfriados y enfermedades infecciosas. Además es antiséptica, vermífuga y reduce el nivel de glucosa en sangre.