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Las vicisitudes de Santa Mónica – Parte III

En la entrega anterior de esta saga estábamos en nuestra segunda quiebra, preguntándonos si seguir o empezar a repartir currículum…
Pues mi respuesta fue: “¡NO! ¡YO NO VOY A REPARTIR CURRÍCULUM!”.

¿Qué podemos sacar de esto? Que me motivan tres cosas: la dificultad, el sinsentido y llevar la contra. En realidad, no son mis motivaciones, mi motivación es la libertad y la independencia, pero para alcanzarlas necesito de esas tres herramientas.

Así que volvimos a empezar el trabajo de hormiga: ordenar la casa, acomodar el local de donde no debimos haber salido, replantear la estrategia y remar.

Enero y febrero en Montevideo, obviamente no son épocas de cosecha, así que tuvimos las manos bastante libres para atender un poco de todo.

Anduvimos revoloteando por el interior, yendo por lana y volviendo trasquilados… Llegó marzo y con él, el aumento de actividades. Seguíamos casi sin ingresos y con inversiones cariadas = más agujeros. Apenas lo permitiera el poderoso caballero, íbamos a poner cartelería y todo coqueto.

Así luce hoy Santa Mónica. ¡No dejen de visitarnos!

¡Y LLEGÓ EL VIERNES 13 DE MARZO! Mi primer pensamiento: la tercera es la vencida, nos quedamos sin boliche. Me pasé dos días llorando; no era sólo eso sino la posibilidad de tal vez no ver a mi familia en un año y medio, como se estimaba, y que si había que salir corriendo a buscar otro trabajo iba a ser difícil de encontrar y mientras tanto me iba a volver una carga.
Y de golpe empezó a brillar una luz al final del túnel (y no era un tren): ¡estaban llegando pedidos por la web! Lo que básicamente había funcionado de lista de precios ese momento, empezaba a tener el uso para el que fue creada. Y con eso empezamos a tapar los primeros agujeros (tres meses de BPS, para empezar).

Creo que en mayo empezamos a abrir al público todo el día y de a poco fuimos completando todo lo teníamos en mente (y cuando digo que fue de a poco, es literal, todavía nos faltan detalles y no tan detalles).

Así que después de algo más de tres años, malas decisiones, tropezones y vampiros que se nos siguen colgando del lomo, aquí estamos. Aún operativos y más decididos que nunca a triunfar. Y a ser libres.